Sobre la prosodia, George Oppen

George Oppen

Diógenes presenta la traducción de un pequeño ensayo del poeta norteamericano George Oppen, inédito en castellano.

Publicado originalmente en “Sagetrieb 3”, nro. 3 (invierno de 1984), pp. 25-27. Antes de entrevistar a Oppen el 1 de Mayo de 1975, Reinhold Schiffer le envió una carta preguntándole sobre su prosodia. Este texto sobre la poética es su respuesta. La entrevista tuvo lugar en la casa de Oppen en Polk Street, San Francisco, y se público junto a este texto en el mismo número de “Sagetrieb”. Kathryn Shevelow, editora del número especial dedicado a Oppen, agregó esta nota al texto: “La copia del manuscrito se interrumpe al final sin ningún punto. En la entrevista con Schiffer, George Oppen cita este texto, y el pasaje citado no aparece en la copia. Por lo tanto, parecería que una parte del texto Sobre la prosodia se perdió”.

Me pediste que hable sobre la “prosodia” de los poemas, considerando que las discusiones sobre mi trabajo se concentraron demasiado en lo que podríamos llamar una “filosofía” que se expresa en él. Por supuesto, ambos elementos no pueden distinguirse fácilmente, pero me voy a referir al proceso de escribir un poema, y lo haré tan claramente como pueda. Duncan dice en algún lado: “el sentimiento de presencia, no de concepto”. Y yo también sentí esa necesidad. En Discrete Series hay un poema llamado “Drawing”, que contiene los siguientes versos:

The paper, turned, contains
This entire volume1El papel, vuelto, contiene/todo este volumen

Esto quiere decir lo mismo que dijo Duncan – el dibujo simultáneamente como música, como también debe ser el poema – la declaración y las modulaciones y la música, todo viene del mismo lugar. Esa simultaneidad no puede prescribirse, por supuesto, debe hallarse.

Yo, obviamente, no puedo tener esperanzas de prescribir. Pruebo una palabra y otra palabra y otra palabra, reordeno la secuencia, cambio los finales de verso, cien doscientas reescrituras, revisiones – esto es lo que llamo prosodia: cómo escribir un poema. O mejor, como escribir ese poema. Leo algunos versos de mi poema “Escape”:

Escape

love like the shining of rails in the night
the shining way the way away
from home arrow in the air
hat-brim fluttering in the wind as she runs
forward and it seemed to me so beautiful so beautiful
the sun-lit air it was no dream all’s wild
out there as we unlikely
image of love found the way away from home2Escape/el amor como el brillo de rieles en la noche/el camino brillante el camino lejos/de casa flecha en el aire/visera del sombrero aleteando en el viento mientras ella corre/hacia adelante y me parecía tan bella tan bella/el aire iluminado por el sol no era un sueño todo es salvaje/allá afuera como nosotros improbablemente/la imagen del amor encontró su camino/lejos de casa

¿La palabra debería ser “veía” (seemed)? ¿O debería ser “ve” (seems)? ¿El pasado es más vívido? ¿O el pasado es traído al presente, el pasado presente en el presente? No es una cuestión únicamente de sintaxis: la s de seems trae el verso hasta el presente – me parecía que la d de seemed era necesaria ahí, más allá de la “historia”, de cuál fuera la historia del verso, esa pausa de la d era necesaria ahí – esa pausa que puede ser una revelación.

Todo habla, cuando habla, con su propia forma. No sé por qué. Quizás podríamos llamarlo música. La palabra, la palabra correcta, parece estar afuera de nosotros – como el brillo de las vías en la noche, o incluso el camino lejos de casa. Supongo que es música. Hay un misterio: el misterio es que el oído sabe. Si uno revisa y revisa y revisa – si pasan semanas y meses y años en que uno no puede revisar, quizás haya algo mal en lo que está tratando de decir. El oído sabe, no sé por qué. Quizás es parcialmente como lo escuchamos en la voz – no importa cuánto uno intente manipular su voz.

Todo tiene que hablar, y hablar con su propia voz – cada “y” y “pero” – la palabra es – la palabra en la propia boca se vuelve extraña como lo infinito – incluso tan extraña como lo finito, extraña como las cosas. En primer lugar, y, sobre todo, nota por nota la prosodia lleva la relación entre las cosas y la secuencia: el poeta aprende casi todo de su propio verso, su propia prosodia.

Es cierto que mi propio temperamento y mi propio sentido del drama entran en esto: me gusta que parezca que estoy hablando muy simplemente – y un sentido del drama es peligroso, lo sé, es otra vez una cuestión de modulación, como la música: una cuestión de honestidad, de sinceridad – la sinceridad del yo y del nosotros, es un drama tremendo, las cosas que dicen las palabras comunes, las palabras “y” y “pero” y “es” y “antes” y “después”. Nuestra verdadera fe se dice en las palabras simples, puesto que no podemos escaparles – dado que el sentido es el instante del sentido – y esto quiere decir que escribimos para saber lo que creemos y lo que no creemos: hay cosas que creemos o queremos creer o pensamos que creemos que no se van a sustancializar en los materiales concretos del poema – como dije anteriormente. Y eso es la prosodia, es una música, pero es una música rigurosa – una música que rechaza las trompetas, las armonías dulces, todo placer y emoción que no esté ahí; es una música, simplemente, de imagen y discurso honestos – imagen porque la imagen es el momento de la convicción. No puede ser alterada y no puede ser falsificada sin que uno lo sepa.

La prosodia es un lenguaje, pero es un lenguaje que se pone a prueba a sí mismo. O se pone a prueba a sí mismo en la música – creo que podríamos decir eso. Pone a prueba las relaciones entre las cosas: lleva la secuencia de la revelación. Y esa es su intensidad. Más intensa que la falsificación, una prueba de convencimiento, la secuencia de lo que se revela. No estoy hablando desde una ingenuidad filosófica, no hablo de patear una piedra y decir “¡por Dios, señor, eso está ahí!”, y tampoco estoy hablando de ninguna destacada sofisticación filosófica.

Estoy pensando en la actualidad, no en algún tipo de dureza del “realismo”, una dureza masculina: hablo de la conciencia –es decir, estoy hablando de la experiencia, y eso quiere decir que estoy hablando de la emoción. Es imposible dudar de la actualidad de la propia conciencia: pero por eso mismo la conciencia en sí misma, de sí misma, por sí misma lleva el principio de actualidad ya que es actual más allá de toda duda.

Y la actualidad es prosodia, es el propósito de la prosodia y su logro, el instante de sentido, el logro del sentido y la presencia, la secuencia de la revelación que viene de todas partes; formas de vida, enojos, rebeliones – no soy apolítico, y es posible burlarse de la poesía, es ciertamente posible burlarse de la poesía puesto que a veces uno está harto de sí mismo. Pero eventualmente, creo, no hay esperanza para nosotros sino en el sentido. Voltaire estaba equivocado, sabés: todo puede ser dicho, hay demasiadas cosas demasiado tontas para ser cantadas.

Aquellos que meramente parlotean, están a la espera de una interrupción que los salve de ellos mismos. Lo que quiere decir que la prosodia y la “filosofía” no pueden separarse, como obviamente sabés. Pero yo puedo hablar principalmente del proceso de la poesía, y la poesía vino desde todas partes: formas de vida, rebeliones, enojo y felicidad y todo lo que conocemos o creemos conocer.


Acá podés leer algunas versiones en castellano de Of Being Numerous, su libro de poemas más reconocido, realizadas por Darío Poterala.

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